Muchos de nosotros, tras un par de redecoraciones importantes en casa, optamos por no repetir la experiencia. Es como el que decide pintar toda su casa y cae en el mismo error dos veces porque al tercero se acuerda de lo empantanada que tuvo las habitaciones que iba pintando y el tiempo libre que gastó en ello y prefiere esperarse un poco, ahorrar, y pagar a un pintor profesional con tal de no vivir la experiencia una vez más. Ahora bien, eso tampoco es cómodo.
Si bien es verdad que cuando contratamos a un pintor profesional para que haga el trabajo en casa nos ahorramos un montón de tiempo que podemos dedicar a otra cosa, debemos tener muy claro que tampoco resulta nada cómodo. Pensad que viviréis durante unos días con botes enormes de pintura y herramientas del pintor en las habitaciones y que deberéis compartir ciertas horas del día con él o ella en vuestra casa y a veces resulta muy extraño tener a un extraño contigo en tu casa, aunque esté haciéndote un trabajo. ¿Entendéis lo que os quiero decir?
Pues ocurre lo mismo cuando hablamos de muebles. Muchas veces, por ahorrarnos problemas, vamos a tiendas de muebles que se comprometen a traernos la compra adquirida hasta casa por un módico precio, y si pagas un poco más, te los montan e instalan donde quieras. Yo, con esto, he tenido experiencias buenas y malas y nunca sabes por dónde te va a salir la situación hasta que no llega el momento y empiezas a ver el devenir de las cosas. Últimamente, en cosas así, siempre recurro y recomiendo, a quien me pregunta, que contacto con Mediterráneo Express, una organización especializado en el transporte y la logística del mueble que ofrece sus servicios en todo el territorio nacional. Ellos han decidido especializarse en algo en lo que muchas personas piensan que no es necesario y eso les hace únicos en su sector y unos profesionales en los que se pueden confiar piezas de alto valor.
Yo he tenido experiencias de todo tipo al respecto. Una vez, llegaron los muebles impolutos a casa con un camión subcontratado (imagino) por la tienda en la que compré la habitación de mi hijo pequeño y cuando llegaron los chicos para empezar a montarlos no tenían ni idea de lo que estaban haciendo. Acabó mi hermano, y mi marido, martillo en mano, ayudando a montar la cama, el escritorio, las estanterías y la cómoda, y mejor no hablar del pegote de cola que me dejaron en la pared y que luego me obligó a volver a pintar porque, tras retirar el producto, se quedó una mancha justo en el centro de la pared frontal de la habitación horrenda, así que no tuve más remedio que coger la brocha y repintar toda la estancia porque si sólo pintas un trozo se nota muchísimo el cambio de tono y queda fatal.
En otra ocasión me llegaron dos muebles del salón rotos. Uno me lo encolaron aquí, delante de mí, diciéndome que eso no se iba a notar nada cuando acabaran, y tuve la gracia unos tres años hasta que me cansé de verla y cambie de mobiliario. El otro mueble quedó, para siempre, con un roto en el aglomerado porque no me di cuenta de que estaba ahí hasta que no se fueron los del transporte y luego no podía reclamar nada porque no había manera de demostrar que lo habían hecho ellos o que el mueble había llegado en ese estado.
Mi consejo es que aunque os ofrezcan transporte y montaje paguéis un poco más y contéis con los servicios de unos buenos profesionales que os dejarán los muebles tal y como los queréis en el lugar en el que decidáis ponerlos sin problema alguno.