Cómo sacarles el máximo rendimiento a tus clases particulares

Vivimos en un mundo donde tener unos estudios se ha convertido en fundamental para conseguir un trabajo en tu vida futura. Ya sea una Formación Profesional, una carrera o un simple Bachillerato, la realidad es que, si no tienes formación de ningún tipo, no tienes prácticamente nada.

De hecho, no es de extrañar que, en un mundo laboral cada vez más competitivo (donde cada vez se exigen más y más estudios, como cursos e idiomas), cada vez exijan más titulaciones, cursos e idiomas homologados, además de la experiencia previa que se suele exigir en cualquier trabajador.

Hoy vamos a hablar de cómo puede un profesor sacarles el máximo rendimiento a sus clases particulares, para que, así, su alumno pueda centrarse más y llegar más lejos.

 

¿Qué son las clases particulares?

Sencillo: las clases particulares es un tipo de servicio que ofrecen ciertas academias donde el alumno contacta con profesores para que les explique temarios, les ayude a prepararle exámenes, a resolver deberes… siempre fuera del horario lectivo y con personal cualificado (generalmente todos profesores).

Estos datos a lo largo de los años nos hablan de la mejora en la educación en las últimas décadas. Y, aunque puedes ver que ha sido bastante inestable, también puedes observar que el nivel educativo en España ha ido mejorando con los últimos años. Teniendo en cuenta que en 1960 casi el 15% de las personas eran analfabetas, que el 94% no iba a la escuela y que solo un 3% tenía alguna formación superior… lo cierto es que la educación ha dado un cambio abismal estas últimas décadas.

Es bueno que sepas que las clases particulares existen desde siempre. Sin ir más lejos, el propio Alejandro Magno tuvo como profesor particular a Aristóteles. El apoyo en una persona más sabia y entendida que tú ha sido venerado desde el inicio de la educación, y los personajes más destacados de la sociedad también han hecho uso de estas instituciones y personas para mejorar su educación.

 

Pero no todo es un campo de flores

Los que, como yo, sabemos lo que es dar clases particulares toda tu vida, tenemos algo muy, MUY claro: si el niño no quiere estudiar, tú no puedes hacer nada.

Y parece una tontería decirlo, pero es la realidad. Y es que a lo largo de mi vida como profesora particular me he encontrado con todo tipo de alumnos: especiales (TDAH, Down, Asperger, Disléxicos…), extranjeros, españoles, así como de todas las edades.

Para que un alumno asimile los conocimientos que deseas transmitirle, este ha de estar abierto a ello. Pero no solo abierto: ha de estar dispuesto a esforzarse por ellos. Es decir, a estudiar, a trabajar, a hacer deberes, a organizarse… Ha de estar preparado para hacer todo lo que tenga que hacer en casa, no solo en las clases, para seguir pisando fuerte en el instituto, en el colegio o en la universidad.

Muchas veces me he topado con alumnos de toda clase que eran súper inteligentes… con una desgana y una desmotivación tan enormes que han acabado repitiendo, a pesar de que he intentado que sigan adelante. Otras, en cambio, me he encontrado a alumnos a los que, por una razón u otra, les costaba más, pero con unas ganas de aprender y de superarse brutales… y su desarrollo ha sido tan enorme que, a día de hoy, están en la universidad o en un ciclo formativo y me hablan contentos con el resultado obtenido.

Pero eso no es trabajo de los profesores… es trabajo de los alumnos. Y rogaría a los padres que recuerden esto. No solo en el ámbito de la educación extraescolar… sino en la de las propias instituciones obligatorias (institutos, colegios…).

 

La motivación, un factor fundamental

La desmotivación por los estudios es notable. Si observas estos datos, te podrás dar cuenta de ello. Y es que motivar a un niño a estudiar, teniendo la posibilidad de coger un ordenador, una tableta o jugar a la Play, es muy difícil. Si a esto, además, le añades el inconveniente de que los alumnos saben perfectamente de la dificultad actual de los jóvenes por encontrar trabajo, la cosa empeora.

A nadie le gusta esforzarse por algo que sabe que no lleva a ningún puerto. Y los jóvenes hoy día lo tienen muy complicado: o no les dan opciones por la inexperiencia, o no hay trabajo en su ciudad. Un niño que sabe esto no va a tener muchas ganas de esforzarse por buscarse un futuro, sabiendo lo difícil que está todo.

Por ello, una de las cosas que hay que hacer es motivar como sea a un niño que estudie, se forme y busque un futuro, ya sea a largo o a corto plazo.

 

Cosas que pueden motivar a un niño a estudiar

  • Busca estímulos nuevos constantemente.

 La rutina aburre. No solo a los pequeños, a los grandes también nos aburren. Y ellos ya pasan seis horas en un instituto escuchando a cuatro – seis profesores distintos todos los días hablar de temas que no les interesan.

Sentarse en una mesa a hacer lo mismo en las clases particulares NO va a ser productivo. Me di cuenta nada más empezar a dar clase: tenía que reinventarme.

 Por eso, cada día hacía algo distinto para que el alumno no tuviese la opción de aburrirse durante las lecciones. Unos días hacía juegos de preguntas con la lección (y le daba un chicle, por ejemplo, si superaba la prueba), otros días dábamos la lección en forma normal, otros días hacíamos juegos rápidos de preguntas y respuestas… Siempre diferente para que no hubiese rutina.

 

  • Usa métodos diferentes a los de la escuela

 Lo peor que puede pasar es que el niño vea las clases particulares como una obligación. Y, aunque realmente es así, hay que hacerle ver que esto no tiene por qué ser como en la escuela.

Mi método era muy simple: pequeños descansos de cinco minutos cada X tiempo, le dejaba levantarse para jugar con mi perra, le pedía que me hablase de la última película que había visto en el cine… Pequeños descontentamientos que me servían para que me prestase atención el resto de la hora y que eran altamente productivos para la lección.

 

  • Usa materiales diferentes

 No uses solo un boli y un lápiz, porque vas a perder su interés. Usa materiales diferentes que te ayuden a apoyar tu lección y que mantenga la atención del alumno constantemente.

Desde Tienda IDC, por ejemplo, nos explican que una de las opciones que puedes emplear para esto son las pizarras interactivas, porque con ellas te alejas del papel y boli convencional y consigues una atención plena.

 

  • Ante todo, respeto

Un alumno puede pensar que las clases particulares no son algo obligatorio y, por lo tanto, no las necesita. Esto puede llevarle a mostrar rabia, desgana… y, sí, faltas de respeto, algo tan extendido últimamente entre todos los niños de esas edades, por desgracia.

Algo que has de tener en cuenta es que no debes permitir ese tipo de trato… pero no solo por parte de los alumnos: de los padres tampoco. Y es que no será la primera ni la última vez que se me presenta una madre enfadada porque he tenido que castigar a su hijo (mandándole muchos deberes para casa) por no hacer los deberes del colegio, ¡y la madre se me ha acercado a pedirme explicaciones de muy malas maneras!

 

No debemos olvidar que, ante todo, aunque ellos nos paguen por un servicio, somos personas, y no debemos de tolerar NINGUNA falta de respeto, ni por parte del alumnado ni por parte de sus padres.

 

¿Sabes cómo abrir una academia de clases particulares?

La Junta de Andalucía pone a tu disposición en su web, de forma detallada, los requisitos y la metodología que habrás de seguir para poder abrir tu propia academia.

Yo, en lo personal, te doy un par de consejos:

  • Lo primero, asegúrate de que el sitio en el que la vas a abrir es el correcto. Es decir, ¿hay otras academias cerca? ¿Hay institutos cerca, algo que puede ayudarte muchísimo a conseguir clientes? Haz un estudio de lugar y asegúrate de que el local donde vas a instalarlas es el adecuado para conseguir clientes y que tu academia suba como la pólvora.
  • Encuentra todo lo que necesitas antes de atreverte a dar el paso: el local, profesores de apoyo, certificaciones, permisos… porque no hay nada peor que querer dar el paso en una fecha en concreto (como la fecha de inicio escolar, por ejemplo) y darte cuenta de que te faltan documentos legales para ello. Frenar en seco una ilusión puede desmotivarte, no permitas que eso pase.
  • ¿Estás seguro de que es el trabajo que deseas de verdad? Si has estudiado una carrera relacionada con la enseñanza, lo más probable es que lo sea. Pero, por experiencia propia, unas clases particulares NO SON lo mismo que un instituto. Si vez necesario hablar con alguien de confianza y que, de esa forma, puedes probar de alguna forma, hazlo. Puedes ahorrar un buen dineral por darte cuenta a tiempo.

 

Y, sobre todo, ¡mucho ánimo!

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