¿Qué valor le dais a vuestra vida sentimental? ¿Constituye una de las grandes prioridades de vuestra vida o, en cambio, no os preocupa lo más mínimo? ¿Tenéis previsto casaros y formar una familia de cara al futuro o sois más individualistas? Estas son algunas de las preguntas de partida que hago para que todos y todas podáis empezar a leer este artículo adaptando, al mismo tiempo, vuestros pensamientos a la situación real en la que os encontráis.
Voy a empezar yo mismo contestando a esas preguntas para que sepáis de dónde parto. Yo le doy un gran valor a mi vida sentimental y sí, esta es una de las grandes prioridades que tengo (o tenía) en la vida. No he sido demasiado individualista a lo largo de mi vida y sí que he tenido la ilusión de casarme alguna vez. Además, tengo que decir que este tipo de pensamientos los he ido teniendo durante toda mi vida, no son parte de un nuevo pensamiento que haya ido adquiriendo con el paso del tiempo. Yo siempre he entendido la vida como un proyecto en común en pareja y creo que así lo voy a seguir viendo hasta el día en el que me vaya de este mundo.
El caso es que, en función de determinadas cuestiones, puede llegar a ser difícil encontrar pareja o dar exactamente con esa persona que te haga sentir mariposas en el estómago. Esto es algo que he venido notando a lo largo de toda mi vida y que seguramente hayáis sentido vosotros y vosotras también. Cuando eres pequeño o adolescente, siempre hay alguien que te hace sentir cosas, pero, por regla general, ese tipo de relaciones no suele durar para toda la vida si es que llegamos a tener algo.
El caso es que, muchas veces, esas relaciones infructuosas se siguen produciendo durante más años de los que nos gustaría en nuestra vida. Cuando cumplí 30 años, continuaba en esa dinámica. Y, como es lógico, la situación me empezaba a cansar. No es que yo sea una belleza tremenda ni mucho menos, pero tampoco es que sea un monstruo ni mucho menos. Creo que tengo cierto poder para conquistar a las chicas que me gustan, pero está claro que no puedo estar así toda la vida y que necesito algo de estabilidad para poder tener la vida que yo quiero y que mis sentimientos no sean una montaña rusa.
Ahora accedo a algunos análisis que hacen los expertos en materia social y veo datos que, en caso de haber conocido antes, me hubiera asustado bastante. Uno de ellos es el que salió el pasado mes de junio en el diario El Mundo y que decía que el porcentaje de solteros se había disparado diez puntos desde el año 2008 y que esa era una de las cuestiones que estaba reduciendo la natalidad en España. La situación, por cierto, era similar en muchos de los países desarrollados de Europa.
Con estos mimbres, puede dar miedo intentar buscar pareja. Nunca sabes lo que te vas a encontrar, pero las estadísticas, aunque están para romperlas, no mienten. En mi caso, y aunque no era consciente de este dato mientras buscaba pareja, sí que existía ese miedo porque la sensación general era la de que la gente había perdido la ilusión por establecer una vida en pareja y ese proyecto en común del que hablaba más arriba. En muchas ocasiones, sentía que mi fracaso venía ocasionado por eso. Y eso que soy una persona bastante autocrítica en términos generales.
El caso es que superaba la treintena y había coleccionado fracasos por diversos motivos. Muchas de las personas que conocía y con las que intentaba tener algo (o lo tenía) no eran todo lo serias que yo esperaba o no tenían los mismos intereses que yo. Sentía que perdía el tiempo y tenía la necesidad de empezar a dar en el clavo con el tipo de personas que podían llegar a ser mi pareja en los términos que yo quería. Tenía que darle un vuelco a la situación y encontrar a la persona que deseaba. Y la verdad es que no parecía algo sencillo ni mucho menos, para qué os voy a engañar.
Hice lo que mucha gente seguramente esté pensando a estas alturas del artículo: empezar a buscar por Internet. Ya sabéis que existen maneras de conocer gente a través de apps, pero eso no es lo más conveniente si sientes que ya has perdido el tiempo lo suficiente. Muchas personas dicen lo que no son en esas aplicaciones o incluso ponen fotos que, o son de hace mucho tiempo, o no se corresponden con la realidad ni mucho menos. Es normal sentirse estafado cuando te conviertes en un habitual de ese tipo de espacios digitales.
¿Qué es lo que recomiendo a todas aquellas personas que están buscando pareja y quieren dar en el clavo? Yo lo tengo claro porque he vivido en primera persona esta experiencia. Lo que hice fue acudir a una agencia matrimonial, en concreto a la agencia Géminis, que cuenta con más de 20 años de experiencia en esta materia y en la que cruzaron mis datos y mis intereses con los de personas que se correspondían con los míos. Así es como empecé a salir del atolladero y di con la persona que, a día de hoy, es mi esposa y con la que estoy seguro que voy a pasar el resto de mi vida.
La verdad es que el proceso fue bastante sencillo. Tuve que ir a las oficinas centrales en Valencia, recibí información y ofrecí mis datos, el nivel de vida, los intereses, los gustos y las aficiones, entre algunas cosas más. Después de eso, tuve que esperar algunos días hasta que obtuve una selección de perfiles que se ajustaban a lo que yo estaba demandando. Entre ellos se encontraba Sandra, mi mujer, a la que elegí sin dudar. Ella aceptó y, finalmente, nos presentaron. El resto es historia y llega hasta hoy.
Lo cierto es que conectamos desde el primer momento y tuvimos pocas dudas a la hora de establecer ese proyecto en común del que os estaba hablando más arriba. El caso es que, cuando aciertas con el lugar al que debes ir, lo lógico es que te encuentres a gente sería y que no quiere perder el tiempo. En esa situación me encontraba yo y la verdad es que puedo decir que he cumplido, al fin, el objetivo que estaba persiguiendo desde hacía mucho tiempo.
¿Por qué resulta tan complicado encontrar pareja a día de hoy?
Para responder a esta pregunta, quiero empezar hablando de lo que dicen todos los medios para después dar mi opinión personal del asunto, que se podrá ajustar en mayor o menor medida a las sensaciones que tengáis cada uno de vosotros y vosotras.
El caso es que, de acuerdo con lo que apunta una noticia publicada en el portal web de Telva, hay muchos más estímulos individuales que colectivos en la sociedad en la que nos movemos a día de hoy. Esa es una realidad que no se puede negar. A la hora de pensar en un aspecto como el de la calidad de vida, ponemos por delante todo lo que tiene que ver con nosotros y no pensamos en la posibilidad de cuidar de la calidad de vida de una persona más, esa persona con la que compartirlo todo. Además, y según apunta el mismo medio, a la generación zeta le cuesta más relacionarse con la gente.
Mi opinión personal reconoce las dos cosas de las que os acabo de hablar, pero estoy especialmente de acuerdo con el último de los apuntes que mencionaba en el párrafo anterior. Y os digo más: no es solo a la generación zeta a la que le cuesta relacionarse más, sino a todos los hombres y mujeres, en términos generales. El nacimiento del mundo digital, que está muy bien para algunas cosas (sin él, es posible que nunca hubiera dado con la agencia a través de la cual conocí a Sandra) también tiene sus cuestiones perversas. Y una de ellas es que ahora, para hablar, siempre nos escondemos detrás de una pantalla y no solemos tener en consideración todo lo que se deriva del contacto físico entre las personas, que es algo básico para que haya relaciones y para que todos y cada uno de nosotros y nosotras podamos encontrar a nuestra media naranja.
¿Hay opciones de que eso cambie, aunque sea a largo plazo? Seguro que es una de las cosas en las que estáis pensando ahora mismo. Yo creo que es difícil que eso ocurra, pero por suerte tenemos la suerte de que todavía existan medios a través de los cuales conocer a personas como nosotros o nosotras.
Sigue habiendo opciones para conocer a esa persona que deseamos conocer, así que mi consejo es que aprovechéis cada una de ellas. Mi caso es el mejor ejemplo de ello y de ahí la existencia de este artículo.