Mudanzas

No sabéis hasta qué punto odio las mudanzas. Hay personas a las que les hace extrema ilusión mudarse de vivienda y a mí me da repelús, aunque sea en beneficio propio. De hecho, es que lo pienso y me empiezan a entrar náuseas en el estómago y necesito tomar sal de frutas o algo que me ayude a hacer la digestión si no quiero hacer una fuente, y no precisamente de agua.

Yo me he mudado en tres ocasiones. La primera vez fue a un piso de alquiler. No estaba mal, algo pequeño pero coqueto y a mí sola me sobraba. Eso fue con unos 23 años. Me independicé con mi primer trabajo y creo que esa fue la única mudanza que cogí con ganas, e imagino que fue así porque era la primera y aún no sabía lo que me esperaba. Kilos y kilos de polvo por todas partes, más viajes en coche para traer cosas de los que puedo contar con los dedos de las manos y muchas horas gastadas en ordenar y limpiar para acabar con un dolor de espalda horrible.

Luego me mudé a mi primer piso de compra, con mi actual marido, y como ya sabía lo que me esperaba todo fue mucho peor que en la primera ocasión porque me lo tomé con muy pocas ganas. La mudanza duró casi semana y media y no rompimos de milagro, eran broncas continuas por culpa del propio estrés que me producía el momento. La tercera mudanza fue para venir a vivir a mi vivienda actual, una casa más grande con habitaciones para los niños, y contraté un servicio profesional porque no soportaba la idea de tener a los enanos revoloteando por ahí mientras yo me volvía loca intentando organizar las cosas. Preferí pagar antes que tener que pasar de nuevo por el mismo calvario, y lo volvería a hacer. mil veces más.

Las pesadillas siempre vuelven

Ahora la que se muda es mi hermana, la pequeña. Se compró un piso hace un par de meses con la ayuda de Segohouse y la loca se muda ya, ipso facto (como dice ella), a pesar de que no tiene aún casi nada del mobiliario que encargó. Creo que lo único que le ha llegado ya son las sillas y taburetes que compró en J.Valls y, como aún no hay mesa, las tiene todas amontonadas en un rincón del salón. No tiene sofá, ni muebles, ni cama… la loca se ha comprado un colchón hinchable para salir del paso hasta que le llegué el canapé nuevo  y lo peor de todo es que yo, como soy una buena hermana, voy a ayudarla a hacer la mudanza, pero ya he empezado a tener pesadillas.

Ayer soñé que metíamos un montón de cajas cerradas con cinta aislante en los asientos traseros del coche y, poco después de emprender el camino, empezábamos a oír un pequeño sonido proveniente de las cajas de cartón. Me giré lentamente para mirar hacia atrás y comprobé que se estaban abriendo poco a poco y que el ruidito que escuchábamos era la cinta aislante soltándose muy despacio. De pronto, las cajas estallaron y empezaron a salir objetivos que se multiplicaban como los panes y los peces de Jesucristo, y no había modo alguno de pararlos. Queríamos salir del coche pero estaba todo encajonado y cada vez nos quedaba menos oxígeno, al final, el osito de peluche de cuando mi hermana tenía 10 años me ahogó asfixiándome contra el cabezal del asiento y…. me desperté.

Creo que ha sido la peor pesadilla de mi vida y es sólo la premonición de lo que pasará. Una metáfora de lo mal que voy a estar estos días y de la sensación de ahogo que tendré nada más de pensar en lo que se me viene encima. ¿Algún truco para no morir en el intento?

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