A pocos kilómetros de Madrid y Valencia, a medio camino entre Alicante y Murcia respecto a Madrid, se encuentra esta región natural de Castilla-La Mancha. Un lugar idóneo para hacer una escapada en la que perderse descubriendo preciosos pueblos manchegos, disfrutando de su gastronomía y sus vinos o, sencillamente, relajarse en la naturaleza.
La Manchuela es una región natural dentro de La Mancha repartida entre las provincias de Cuenca y Albacete.
Es el territorio de transición entre la Serranía de Cuenca y la llanura manchega. Un territorio salpicado de cerros de baja altura, demasiado montañosos para ser considerada meseta, y demasiado llano para llamarle serranía.
La región está atravesada por el Río Júcar, que nace a pocos kilómetros de allí, y por algunos de sus afluentes como el Valdehembra y el Cardiel. Esto da lugar a la existencia de pinares esparcidos y bosques de matorrales, que contrasta con la aridez de otras partes de La Mancha.
Es una zona dedicada a la agricultura y la ganadería ovina, apreciadas por sus quesos, y por sus vinos, hoy con Denominación de Origen “La Manchuela”.
En la zona se encuentran algunos de los castillos más emblemáticos de la parte sur de Castilla. Como el castillo de Alarcón, situado sobre una peña, en un meandro del río Jucar. Actualmente, a los pies del pantano que lleva su nombre.
El Castillo de Santiago, entre los municipios conquenses de San Clemente y el Provencio, uno de los estandartes de la orden militar de Santiago, hoy por desgracia, medio en ruinas. Y no muy lejos de allí, aunque no estrictamente en la Manchuela, el castillo de Belmonte, que sirvió de escenario para rodar la película de “El Cid”, protagonizada por Chartlon Heston y Sofía Loren en 1961.
Pueblos que visitar.
En el blog de viajes Rutas por España se presenta una relación de los pueblos más bonitos que se pueden visitar en la Manchuela. Estos son algunos de ellos:
- Alarcón.
Considerado “Bien de Interés Cultural” y “Conjunto Histórico-Artístico”. Además del imponente castillo situado en la cima del cerro que corona el pueblo, entre sus calles podemos encontrar algunas joyas arquitectónicas del románico tardío. Como la iglesia de Santo Domingo. Con la puerta principal enmarcada en un arco ojival con tres columnas con capitel de las que salen sendas arquivoltas. La iglesia fue rematada por la torre del campanario de base cuadrada levantada en el siglo XVI.
El interior de la iglesia de San Juan Bautista, también de origen románico, está decorado por frescos murales surrealistas, realizados por el pintor Jesús Mateo en 1994 con el patrocinio de la UNESCO. Caben destacar la iglesia de la Santa Trinidad y la de Santa María, esta última de estilo Plateresco.
Alarcón fue durante la edad media la sede del señorío de Villena. Un marquesado que ocupaba gran parte de la actual Manchuela y que llegaba hasta el interior de las provincias de Valencia y de Alicante. En la ciudad nació y vivió Don Juan Manuel, valido del rey Alfonso XI de Castilla y autor del libro “El Conde de Lucanor”. Una de las principales obras maestras de la literatura medieval.
- Alcalá del Júcar.
Este pintoresco pueblo situado en la provincia de Albacete se asentó sobre la ladera de un cerro coronado por una fortaleza árabe. Se accede a él atravesando un puente romano que cruza el río Júcar. Sus casas blancas, muchas de ellas con las paredes de adobe y con una parte de la vivienda excavada en la montaña, dan lugar a sus características casas cueva. También cabe destacar su plaza de toros, única en el mundo, con forma oval, no circular y con unas paredes irregulares como si fueran el ala de un sombrero.
La cueva de Mosagó, hoy convertida en restaurante, fue una antigua bodega excavada en la montaña con vistas el río Júcar. Subiendo hacia el castillo se encuentran las ermitas de San Andrés y San Lorenzo. Dos iglesias de planta rectangular de origen románico.
- Jorquera.
También en Albacete se encuentra el municipio de Jorquera, situado sobre una loma plana circular, delimitado por un meandro del Júcar y una especie de foso natural. Visto de lejos parece un platillo que hubiera aterrizado en mitad del campo.
La ciudad alcanza su máximo esplendor durante el dominio árabe en la edad media, quienes supieron aprovechar la orografía para implementar un sistema de regadío con acequias que salvaban el desnivel y llevaban el agua hasta las afueras del pueblo, permitiendo el desarrollo de huertas. Colocaron tres molinos movidos por norias en la ribera del río y amurallaron la ciudad, durante la época de los Almohades.
- Enguiados.
En la provincia de Cuenca, situado al norte de la Manchuela, limitando con la serranía, se encuentra este pueblo rodeado por 5 ríos y tres embalses. Un lugar refrescante, de gran belleza natural, ideal para refugiarse de los calores del verano. Cabe destacar, a solo 5 kilómetros de distancia, las Chorreras del Cabriel. Un paraje natural conformado por el paso del afluente del Júcar por la montaña que da lugar a cascadas, saltos de agua, cuevas y pinares. Recientemente, ha sido declarado Monumento Natural y reserva de la biosfera.
- Villanueva de la Jara.
Esta ciudad conquense, referente a nivel nacional en el cultivo del champiñón, acogió a Santa Teresa de Jesús en 1850. El paso de la santa dejo huella en el municipio. Construyo el convento de las Carmelitas descalzas, que dirigió personalmente hasta que marchó para continuar su obra y fundar un nuevo convento en Granada.
No muy lejos de allí, se alza la Iglesia del Carmen. Que en un principio fue un monasterio de frailes carmelitas, la misma orden de Santa Teresa. En la Plaza Mayor se encuentra la Posada Massó, cuartel general de las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil española. Por ella pasó, entre otros, el escritor George Orwell.
Los Miguelitos de la Roda.
De las sorpresas gastronómicas que nos puede ofrecer la Manchuela, una de ellas son los Miguelitos de la Roda. Un pastelito rectangular de hojaldre relleno de crema, chocolate o cabello de ángel. Dice la web Turismo Castilla-La Mancha, que su origen se remonta a hace 60 años. Cuando el pastelero de La Roda (Albacete) Manuel Blanco, inventó el dulce y se lo dio a probar a sus mejores amigos.
Uno de ellos, Miguel Ramírez, conocido en el pueblo como “Miguelito”, le gustó tanto que todos los días iba a la pastelería a por más. Un día le preguntó al pastelero si había pensado ponerle un nombre al pastel y este le respondió: “Sí, se va a llamar como tú. Miguelito.”
Los “Miguelitos” también se pueden encontrar en otros municipios de la Manchuela, como en San Clemente. Entronca con la tradición confitera manchega. Muy dada a hornear pasteles hojaldrados, aprovechando la manteca de cerdo que se extrae de las matanzas. De este tipo de pasteles son los mantecados manchegos y las empanadas rellenas.
El campo.
Sin duda, otro de los atractivos de la región es su entorno natural. Tal y como nos comentan los gerentes de Las Aldabas, un complejo de casas rurales situado en Villanueva de la Jara, La Manchuela es un entorno privilegiado para disfrutar de la naturaleza sin necesidad de visitar parajes de alta montaña.
Se trata de una zona atravesada por ríos que vienen de la serranía, con varios embalses de tamaño considerable, y abundancia de pinares naturales. Los municipios distan unos de otros unos 30 kilómetros, lo que deja entre ellos bastos terrenos de campo por los que pasear entre la naturaleza.
Es un lugar adecuado para practicar el senderismo, recorriendo diferentes paisajes, subiendo cerros accesibles y atravesando áreas de matorrales. En los embalses, los ríos y los bosques podemos encontrar una gran variedad de aves salvajes, como cernícalos, avutardas, lechuzas o el búho real, lo cual despierta el interés de los aficionados al avistamiento de aves.
Durante gran parte del año se pueden realizar algunos deportes acuáticos, como recorrer el pantano de Alarcón en canoa o pescar truchas en el río Cardiel a su paso por el término municipal de Casas Ibáñez.
Si te gusta el contacto con la naturaleza, también puedes practicar una de las actividades preferidas de los oriundos de la zona. Salir al campo a recoger espárragos silvestres o setas. Después de pasar una mañana recolectando los productos que da la tierra, nada que mejor que cocinarlos a la plancha al llegar a casa o hacer un revuelto con ellos y disfrutarlos con los amigos, acompañado de una copa de vino tinto de la región.
Si estás alojado en un hotel rural, siempre podrás encontrar un bar-restaurante que se ofrezca a cocinarte el producto a cambio de que consumas la bebida del local. Te sorprenderá ver la hospitalidad y amabilidad de los habitantes de la zona.
Llegar a la Manchuela es bastante sencillo. Está atravesada por la autovía Valencia-Madrid, y no muy lejos de ella pasa la nacional 420 Madrid – Andalucía y las autovías A-4 y A-5. Basta con estar pendiente de la salida que te deje más cerca de tu lugar de destino.