Son muchas las personas que deciden recorrer el largo camino de las dietas, ya sea para mejorar su figura o para mantenerse saludables. El problema es que suele ser muy difícil mantenerse fiel a ellas y no dejarse tentar por una rica hamburguesa o una llamativa torta de chocolate. Sien embargo, hay algunos consejos prácticos que podemos seguir para lograr nuestro objetivo.
Sigue una dieta sana
Lo primero que debemos procurar para no abandonar una dieta antes de tiempo, es escoger la correcta.
Sí, así como lo lees. Y es que hay tanta cantidad de dietas en el mercado, algunas tan engañosas, que prometen resultados irreales en tiempos imposibles, y que si nos dejamos llevar por estas falsas promesas, por supuesto terminaremos abandonando decepcionadas cuando veamos que no estamos obteniendo resultados e incluso, muchas podrían hacernos daño a nivel general. Lo más recomendables es seguir una dieta “sana y balanceada”.
Este tipo de días es la considerada como la más apropiada para mantener el cuerpo en óptimo estado de salud . Es equilibrada, cuando aporta todos los nutrientes necesarios para nuestro organismo de forma adecuada y variada.
Hemos de diferenciar una dieta sana de una dieta baja en calorías o una dieta para adelgazar. Esas que llevan nombres cada vez más extraños, que te quitan todo lo que te gusta comer, que te obligan a comprar productos carísimos o difíciles de encontrar y por las cuales las palabras salud y disfrute salen espantadas. Recuerda, las dietas milagro no son de fiar.
Acude con un experto
Como dijimos, es muy difícil aprender a reconocer que es una dieta sana. Es normal que al principio no sepas cuánto peso debes perder, qué debes comer y cómo puedes hacer para integrar buenos hábitos alimenticios a tu rutina diaria.
En este caso, lo recomendable es acudir a un experto, en este caso, a un dietista-nutricionista. Es él quien posee todos los conocimientos necesarios en materia de nutrición para ponernos a dieta, y es solo él quien puede asesorarte mejor a conseguir tu plan de alimentación. Si queremos cambiar nuestra alimentación es necesario visitar a un especialista en nutrición para que nos asesore según nuestras necesidades particulares.
Come de todo en su justa medida
Humanes Guillén Euro Sal, distribuidores de sal y salmuera, acotan que la prohibición que imponen algunos métodos de adelgazamiento sobre no poder ingerir pan, pasta, fruta, sal o aceite de oliva, entre otros alimentos fundamentales, puede ocasionarnos un déficit de nutrientes esenciales para nuestro organismo.
Además que podría ocasionar el efecto contrario al deseado, ya que el cuerpo siente que no se le están administrando ciertos nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento y actúa almacenando grasas para futuros periodos de restricción alimenticia.
Haz cinco comidas al día
Es muy fácil saltarse el desayuno o cenar sólo una pieza de fruta, por ejemplo, y esto no es bueno ni efectivo. Cuando comemos, el organismo se pone en marcha y quema calorías, asimismo, hacer varias ingestas a lo largo de la jornada nos permite no pasar hambre y evitar tentaciones. La recomendación de la mayoría de dietistas es realizar cinco comidas al día: tres principales (desayuno, comida y cena) y dos colaciones (media mañana y merienda). Aunque casi más importante es que las elecciones que hagamos en esas comidas sean saludables.
Cuidado con los productos “light”
Estos alimentos que se venden como “light” y perfectos para las dietas ayudan a sustituir el consumo de productos más calóricos por sus versiones ligeras. No obstante, debe quedar claro que los light no son alimentos que adelgacen ni que nos hagan perder peso; y si a cuenta de ellos comenzamos a consumirlo en gran medida, lo que lograremos serán los mismos efectos negativos que su versión normal.
Escribe un diario sobre lo que comes
Esta práctica está recomendada por muchos dietistas y consiste en apuntar todo lo que comes a lo largo del día, incluyendo la preparación de los alimentos, los ingredientes, la hora, el lugar, la cantidad e, incluso, la compañía. No con la finalidad de calcular las calorías, si no como un ejercicio de autocontrol de nuestros hábitos alimentarios para que sepamos qué estamos haciendo bien o mal a la hora de llevar una dieta equilibrada.
Planifica con anterioridad lo que vas a comer
Al planificar tus comidas evitarás que vayas directo a la sección de comida rápida del súper o ataques la bolsa de patatas fritas que tienes en la despensa. Más bien, ya sabrás de antemano que debes comprar para comer de forma balanceada y tendrás preparado a diario las diferentes comidas del día, sin dar lugar a improvisaciones.
Cocina sin grasas
Las técnicas de cocinado que no añaden grasas y conservan los nutrientes son tan importantes como los alimentos que ingerimos. Por eso apuesta por hacer tus comidas al horno, al vapor, los crudités, los tartares, carpaccios, papillotes, cocciones en caldos, preparaciones a la sal y, como no, a la plancha.
Verás cómo los resultados te sorprenden, la comida te sabe, te sacia y te encantará, además de sentarte estupendamente y aportarte las calorías justas.
Comer debe ser un ritual
Convierte el momento de comer en un momento de disfrute. Pon la mesa, siéntate, sirve los platos, mastica bien los alimentos… “Concentrarnos en los alimentos que nos llevamos a la boca es una de las funciones más importantes en la que debemos reparar, pues nuestro estado físico y mental dependerá de lo que comamos y de cómo lo hagamos”, explica la dietista Sonia Martínez.
Cambia tus prioridades
Con esto nos referimos a que hay que reaprender a comer de nuevo. Llena tu nevera de pescado, verdura y fruta de temporada, cereales integrales, agua, legumbres, frutos secos, aceite de oliva, carne magra y deja para ocasiones especiales la carne roja, los quesos grasos, la nata, la mantequilla, los lácteos enteros, el embutido, los rebozados, los fritos, el azúcar y los dulces. En definitiva, diseña un tipo de alimentación sana, pero saciante.
Por otro lado, también debes evitar ataques de hambre. Beber agua antes de las comidas nos ayuda a estar hidratados, eliminar líquidos y nos quita algo de apetito. Por último, cambiar los productos refinados por los integrales nos proporcionará más vitaminas, minerales, antioxidantes y más salud, ya que son ricos en fibra y eso nos sacia y nos ayuda a regular el tránsito intestinal.
Y si te gusta el dulce, escoge las opciones con edulcorantes, sin azúcares o con chocolate de más del 70% de cacao.
Aprende a picar
Si te entra hambre entre horas, come una pieza de fruta o un yogur desnatado, un puñadito de frutos secos, una infusión, una barrita energética, verduras crudas…
Los snacks sanos previenen los cambios bruscos de glucemia (nivel de azúcar en sangre), ayudan a que tengamos menos hambre en las comidas principales y controlan la ansiedad y el apetito. Hay cientos de opciones de meriendas deliciosa, fáciles de preparar y muy saludables para saciar el hambre entre comidas. De hecho, hay unas que se han vuelto favoritas entre los niños.
Desayuna, si quieres
Esta comida es importante porque rompe el ayuno, contribuye en nuestro rendimiento físico e intelectual, nos permite una correcta distribución de las calorías a lo largo del día y le aporta a nuestro organismo vitaminas, minerales y ácidos grasos esenciales, así como nutrientes importantes para nuestra salud. Pero si no tienes ganas o no sueles desayunar temprano, no te fuerces y llévate algo para tomar a media mañana.
Cena ligero
La cena debe ser menos contundente que la comida, pero sin ser pobre en nutrientes. Lo ideal es que contenga una ración de verduras, otra de hidratos de carbono (pasta, arroz, patata o pan), una ración de proteínas (pescado, huevo, carne magra o legumbres) y una pieza de fruta de postre o un lácteo desnatado.
Practica ejercicio a diario
Quemar calorías con la práctica de ejercicio regular, el cual puede tratarse de la práctica de un deporte o solo salir a caminar, ayuda a regular la relación entre lo que se come y lo que se desgasta para controlar el peso. Y es que la actividad física justamente sirve para quemar las calorías que sobran y ayuda a convertir en músculo la grasa acumulada.
Descansa tus horas
Por lo general, necesitamos dormir entre siete y ocho horas para que nuestro cuerpo se recupere de la actividad del día. Esto es tan beneficioso para nuestro cuerpo porque durante el sueño, intervienen dos hormonas, la ghrelina –hormona del apetito– y la leptina –reguladora del umbral de la saciedad–. Entonces, cuando sufrimos déficit de sueño, los niveles de ghrelina aumentan y los de leptina se reducen, con lo que tenderemos a comer más.
En conclusión, la manera más adecuada de perder peso y situarlo en unos valores saludables consiste en adoptar una serie de hábitos que nos lleven a comer de manera sana, variada y equilibrada, realizar actividad física y tener paciencia. Se trata de un contrato vitalicio, dichos cambios deberán permanecer para siempre, solo así funcionará nuestro plan.